Era el verano de 2021 el primer post Covid y también nuestro primer verano como propietarios de la Cali. Habíamos pasado unos días de camping en la playa que nos sirvieron para desconectar y para ir familiarizándonos con nuestra nueva casita sobre ruedas. Al volver, decidimos que queríamos hacer algo más, exprimir los últimos días de libertad antes de empezar con las rutinas de trabajo, escuela,… así que improvisamos una escapada de 2 días para conocer las Bardenas Reales en Navarra.
Habíamos visto fotos en blogs de viajeros de esos paisajes que parecían sacados del Far West y decidimos que era un buen momento para acercarnos y comprobar con nuestros ojos si eran tan espectaculares como parecían en esas imágenes. Sin pensarlo mucho cargamos la nevera Dometic con cuatro cosas de comida y bebida, cogimos un par de mudas y a la carretera.
Estuvimos algo más de cuatro horas recorriendo carreteras infinitas, con paisajes desérticos alrededor hasta llegar a Olite, nuestra primera parada. Allí paseamos por el precioso pueblo medieval amurallado con sus calles empedradas, sus iglesias y su fabuloso castillo.
Olite además de ser muy bonito és camper friendly y dispone de un parking en la entrada donde pasamos una tranquila noche junto a otras autocaravanas y campers.
Al día siguiente después de desayunar nos pusimos rumbo a las Bardenas Reales a tan solo 47 minutos de distancia de Olite. Al rato de conducir salimos de las carreteras de asfalto y cogimos un camino de tierra, fué entonces, cuando empezamos a observar cómo el paisaje se tornaba desértico y nos trasladamos a un sitio único, confirmamos con nuestros propios ojos la belleza de ese lugar, que hasta el momento, solo habíamos visto en fotografías.
Decidimos ir parando a lo largo del camino y recorrerlo muy poco a poco. Sus colores y formas nos cautivaron y así pasamos casi todo el día. Era principio de septiembre así que el calor aún apretaba al mediodía y nos refugiamos en la furgoneta, prácticamente estábamos solos en las Bardenas, paseamos con calma fotografiando y grabando cada rincón para tener nuestros recuerdos a salvo. Todo a nuestro alrededor era de colores tierra y tenía una belleza única y cautivadora, el silencio del lugar solo se veía perturvado cuando sobrevolaba por encima de nuestras cabezas algún caza que provenía de la base militar cercana. Pasamos todo el día en las Bardenas Reales y cuando cayó la tarde pusimos rumbo a casa, a unas 4 horas de distancia.